Todos los días del año, no sólo el 28-D, son los Santos Inocentes

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Nadie apretó el botón del fin del mundo con el mando a distancia. Nos conceden una prórroga renovable de otros dos mil años para ver qué ocurre… No se puede fabricar el mundo en el tiempo récord de seis días, ya que al séptimo descansó. Y claro. El tiro del invento salió por la culata. Se eligió la senda del despropósito y en él seguimos instalados. Dice el Rey que la prosperidad se basa en el respeto a las leyes y a los cauces democráticos. No existen. El egoísmo gana ampliamente a la generosidad.

Habla el representante de Dios en la Tierra, Benedicto XVI, de la egoísta ambición del capitalismo financiero. Pues sí. Lo mancha todo. La creciente desigualdad que ello provoca entre los individuos es palpable. Promover la vida y buscar el bien común pueden ser una buena solución para huir de cualquier clase de crisis o de conflictos. El ser humano necesita tener un presente y un futuro con dignidad. Pero ya ven. El descaro, la necedad y las engañifas continúan marcando el camino que nos imponen.

Sólo les preocupa su bienestar y el de los suyos. No el progreso de los demás. No nos han desahuciado y seguimos en el planeta. Sí se podría desahuciar a la pillería reinante para organizarnos de otra manera y situarnos por encima del capital especulativo y de la involución social y cultural. Ya está bien de poner alfombras a quienes cortan y pinchan y de abofetear a la población. Ésa es la alternativa y ése el espacio donde se sitúa la verdadera esperanza.

No. No nos ha tocado el Gordo en este casino, en esta tómbola política del mundo o en la feria que raparte boletos para que pierda siempre el grueso del pelotón. En esta rifa donde toca más bien la gorda y no el Gordo. La gorda de los recortes que disfrutamos. Véanse el desempleo, la sanidad, la educación…

¿Públicas? Impúdicas y con regresión progresiva.

Éstos son los “sacrificios humanos como garantía de hoy y del mañana”, según dicen nuestros queridos prebostes. Una ofrenda destinada a la divinidad de los poderes absolutos que nos controlan. Si predomina la oscuridad, la próxima cosecha, en función de lo sembrado, sólo puede ser gris. Muy gris y con precariedad crónica si la realidad no cambia. El Gordo auténtico les corresponde, por la gracia de Dios, a los reyes del mambo político-social.

No obstante, como debemos asumir el guión navideño, pongámonos el gorro de Santa Claus y sonriamos a la fuerza para ser felices. El árbol lleno de adornos lo sustituyo por una bola roja en señal de alarma. Las luces de Navidad se me han fundido. He puesto una vela y tomo turrón y polvorines amargos… No descorcho botellas de cava o de sidra. La gaita no la sopla el gaitero. La soplan los soplagaitas que manejan nuestras vidas. Nos tocan las gaitas continuamente, pero yo toco la zambomba y la pandereta para hacer ruido y lanzar mensajes de serena indignación en estas noches de paz.

He sentado a un pobre banquero a mi mesa, ejercí de besugo y se me comió el pavo. Le obsequié el aguinaldo, con lo poco que tengo, y me lanzará a la calle por no abonar la hipoteca. Canto “Entre una buey y una mula Dios no ha nacido, porque lo ha dicho Su Santidad, y en un pobre pesebre han recogido el nacimiento virginal de la criatura por no poder pagar la cuenta en una clínica”…
Se sabe que el ambicioso Herodes desahució a San José y María. Abandonaron el portal de Belén y se fueron a Egipto en un ecológico burro. En fin. La cruz y la matanza de los inocentes siguen en pie. Nos ha tocado la gorda por culpa de los gordos que nos caen gordísimos. Recortan lo que les interesa y derrochan lo que les place. Funcionan los grandes sueldos, la propaganda política o tirar el dinero por la ventana.

El Gobierno valenciano pierde cada día 500.000 euros como consecuencia de sus proyectos megalómanos…

La conclusión es simple. Todas las jornadas del año, no sólo el 28-D, son los Santos Inocentes. Las bromas no dejan de caer sobre nuestras espaldas. Entre otros detalles, en forma de monigotes de muy mal gusto que nos colocan los regidores de nuestros designios. “¡Inocentes, inocentes!”, gritan apuntándonos con el índice derecho. Ese mismo dedito que nos introducen en el ojo izquierdo para burlarse y arremeter un poco más.

El bombardeo de la revolución ultraconservadora lanza los decretazos que nos explotan en nuestras narices. Incluso bombas fétidas que redondean la jugada de las imposiciones. Según afirman, las cosas irán mejor si realizamos el papel de perrillos falderos, agachamos la cabeza y movemos el rabito sin rechistar. Nosotros ponemos la cresta y ellos nos golpean. Nos echan pica-pica, la población patalea y la vida sigue igual. Mucho más desigual, mejor dicho.

Que Rajoy realice el balance de la gestión del Gobierno el 28 de diciembre no es por casualidad, oiga usted. El gran problema no es la trillada “herencia recibida”, sino la herencia que nos van a dejar.

Inocentadas en serie no faltan. Vale reducir el déficit de los desahogados. Pero sin dinamitar los más elementales derechos. Los ricos aumentan su poderío económico y los demás pierden y pierden y vuelven a perder.

Está muy bien, claro, eso de hacer frente a la crisis, lograr el crecimiento y la creación de empleo. De otro modo. Sin diluir el Estado de Bienestar. Y no es que sea transitoriamente. Hermosa manera de “mejorar en 2013” y de “crecer en 2014”. El cinismo y los atropellos son la tónica habitual de la casa.
Viene la Nochevieja y se va, y nosotros seguiremos soportando este desmadre, esta grave crisis social y al vacuno ministro de Educación, José Ignacio Wert, a quien cuando le pones un par de banderillas se envalentona más aún. Sí. Volveremos a tomar las uvas de la suerte para que el infortunio continúe.

Correremos la maratón de San Silvestre y huiremos con la maleta hacia otro lugar…
¡Felicidades y próspero paro nuevo!

LSB-USO
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