El comité podría contar con hasta nueve sindicatos, algo inédito en el sector
En Michelin no se esperan sorpresas; se prevé que CCOO y UGT vuelvan a ganar las elecciones
andrés goñi – Domingo, 14 de Noviembre de 2010 – Actualizado a las 04:20h.
vitoria. Buena parte del futuro de Mercedes y Michelin se decide en los próximos días, cuando ambas multinacionales celebren sus respectivas elecciones sindicales. Del resultado de ambas dependerá el devenir de sus plantillas durante, al menos, los próximos cuatro años, que es el tiempo que previsiblemente tendrán los convenios colectivos que comenzarán a negociarse en enero. La primera multinacional que votará será Michelin, a cuyas mesas electorales (15) están llamados 3.600 trabajadores. Lo harán en dos días, mañana y pasado mañana, para permitir a los cinco turnos que componen la estructura de la empresa ejercer su derecho al voto. Al igual que en las citas anteriores -éstas serán sus décimas elecciones- se espera una participación alta, cercana al 70%.
Una semana después le tocará el turno a Mercedes, que votará el jueves 25. Según su censo electoral podrán depositar su papeleta 3.177 trabajadores de la cadena y las oficinas. La participación prevista en este caso será todavía mayor que en su vecina francesa, pudiéndose alcanzar el 90%.
La importancia de ambos procesos en el futuro a corto plazo es sustancial, sin embargo el punto de partida con el que arrancan no será el mismo. Mientras que en Michelin la campaña electoral se desarrollaba al cierre de esta edición con una «inusitada calma» que en nada se parecía a los comicios de 2006 -donde imperó la crispación a cuenta de un convenio heredado que resultaba lesivo para los trabajadores-, en Mercedes la situación está siendo justamente la contraria.
en MErcedes, incertidumbre La posible entrada de dos nuevos sindicatos en el ya de por sí atomizado comité de empresa, que cuenta a día de hoy con siete centrales, está poniendo de los nervios a más de uno, además de a la propia dirección, que a pesar de no tomar parte activa en las elecciones sí es sujeto pasivo al afectarle de lleno el resultado de las votaciones. Al fin y al cabo, será con el comité resultante con el que posteriormente tendrá que sentarse a negociar. Y una representación excesivamente atomizada -nueve centrales negociando en una misma mesa lo es- complicaría «muy mucho» la búsqueda de acuerdos. En este sentido, su incertidumbre y la de la propia central en Alemania están en estos momentos a flor de piel.
En el horizonte más inmediato de ambas compañías cobra protagonismo un elemento decisivo para el funcionamiento de estos dos motores: la negociación del convenio colectivo. Aunque lo habitual es que se pacte un acuerdo de cuatro años, también se han dado casos en la historia de ambas empresas que su vigencia ha sido de dos o tres ejercicios. La lógica dicta que son las empresas las más interesadas en fijar periodos cortos por aquello de no pillarse los dedos «si vienen mal dadas», mientras que los trabajadores demandan un compromiso más largo precisamente para garantizarse un horizonte más estable y seguro. Sea como fuere, las circunstancias empresariales y laborales han cambiado mucho desde 2006 y eso se va a notar en las futuras negociaciones. Mercedes ha repetido en diversos foros que necesita y quiere un nuevo modelo productivo, un marco regulatorio mucho más flexible que el actual que le permita adecuarse a la demanda del mercado cuando sea necesario. Si eso pasa por tener que trabajar los viernes por la tarde e incluso los sábados por la mañana es algo aún prematuro, aunque podría ser.
¿quién hará la nueva vito? Para sacar adelante esta declaración de intenciones, la firma alemana cuenta con un as en la manga extraordinario. Mercedes tiene previsto adjudicar en breve el nuevo modelo de la furgoneta Vito tras una exitosa trayectoria de 15 años, pero no hará pública su decisión hasta conocer el desenlance de las negociaciones del futuro convenio. Sólo entonces decidirá qué planta en el mundo fabricará el VS20, cuyo impacto generará carga de trabajo, como mínimo, para la próxima década a partir de 2014. En todas las quinielas aparece Vitoria como la gran baza e incluso Emilio Titos, su director general, cuenta con ella, pero hay que mover ficha. Y Alemania lo sabe; como también Vitoria y el comité de empresa. Y viendo, a priori, que el equilibrio de fuerzas parece decantarse en estos momentos del lado de la empresa, la pregunta clave es: ¿qué precio va a estar dispuesto a pagar la plantilla por conseguir este contrato? De momento, todo flota en el campo de la suposición, aunque en el seno del comité hay una certeza absoluta: «Hay límites en un convenio que no se pueden traspasar».
Desde las últimas elecciones poco han cambiado las cosas en Mercedes. Su atomizado comité continúa fragmentado en tres bloques. Los que componen la mayoría (UGT, CCOO y USO), los más críticos con la dirección, instalados de forma permanente en el no (ELA, LAB y ESK) y Ekintza, un escisión de ELA que suele ejercer de juez y parte. Con la entrada en liza de dos nuevas centrales, CSI-F (Central Sindical Independiente y de Funcionarios) y la CGT (Confederación General de Trabajadores), el mapa sindical podría verse modificado, aunque sin grandes consecuencias. UGT espera continuar liderando la mayoría del comité con sus diez delegados, apoyándose en Comisiones, que tiene tres y aspira a ganar un delegado más, y USO, que cuenta con dos representantes.
moreno, último mandato El presidente del comité, José Antonio Moreno, repetirá en el cargo por última vez, poniendo fin en 2012 a una carrera sindical en la firma alemana de doce años. A su juicio, la pluralidad de candidaturas no va a traer si no «más problemas y trabas para negociar» y hay quien reconoce en privado que «vamos a hacer un ridículo espantoso». En el fondo de este mensaje también coinciden el resto de fuerzas mayoritarias, salvo las últimas en llegar. «Ha surgido la oportunidad de presentarnos y vamos a ver si sacamos al menos un delegado. Hemos detectado demasiado apoltronamiento dentro del comité y queremos cambiarlo», sostiene el portavoz de CSI-F, José Luis Bermejo.
También la Confederación General de Trabajadores debuta en la firma alemana. Su experiencia en Michelin, donde cuenta con cinco delegados, le permite ser optimista. «Hay un descontento importante en la gente y queremos acabar con tantos años de desmovilización de la plantilla, que ha perdido muchos derechos. No somos los salvadores de nadie y pactaremos con quien haga falta, pero no estamos dispuestos a plegarnos a los intereses de la empresa, como ha hecho la mayoría del comité», reconoce Pedro Salas.
En el programa electotal del resto de fuerzas son varios los logros cosechados que avalarían cada una de las candidaturas. El más importante, coinciden todos, ha sido el mantenimiento del empleo a pesar de la grave coyuntura económica. El acuerdo entre UGT, CCOO, USO y Ekintza para firmar tres ERE de suspensión -el último expira el próximo 31 de julio- ha permitido mantener intacta la plantilla y garantizar unas condiciones «que para sí las quisiera cualquier trabajador afectado del sector», sostienen desde Ekintza.
Esta fuerza, que confía en mantener sus tres delegados, se compromete para los próximos años ha seguir manteniéndose fiel a los principios que se marcó cuando se escindió de ELA, «negociación, reivindicación y responsabilidad», señala Gabi Muñoz, uno de sus portavoces.
Además del empleo, la imagen de la plantilla por parte de la central en Alemania también ha ganado enteros tras el «excelente» lavado de cara llevado a cabo con la Vito y la Viano. Un restyling con 3.000 piezas nuevas que ha dado lugar a una furgoneta más eficiente y ecológica y que, hasta la fecha, está teniendo una buena acogida en el mercado europeo. Tanta que la producción en Vitoria ha vuelto a ser revisada al laza, estimándose para finales de año un ensamblaje final de 70.362 furgonetas. La fabricación de las primeras cien unidades eléctricas también ha sido otro de los éxitos que ha cosechado la planta alavesa.
calma en michelin En la vecina Michelin todo es calma. «Incluso demasiada», reconoce un veterano sindicalista. Los antecedentes de las últimas elecciones, marcados por la tensión y el enfrentamiento entre las centrales en escena, siguen gravados en el imaginario colectivo. «Aquello marcó a la gente y en nada nos beneficia a nadie acabar así», insiste este trabajador. Al igual que en Mercedes, también la división sindical es un hecho en la factoría de Gamarra. En este caso, la línea separa dos bandos, el que capitanean históricamente CCOO y UGT con la ayuda de CSI-F -que les otorga mayoría con 14 delegados-, y el sector más crítico con la empresa, que agrupa a CGT, ESK, ELA y LAB, que suman 13.
Ni unos ni otros esperan grandes cambios tras las elecciones. A lo sumo, todos confían en sumar algún delegado más como premio a la labor realizada en los últimos cuatro años. En Comisiones Obreras impera el optimismo. Juan Ignacio Fernández Caramés, presidente a su vez del comité, calcula que sacarán un delegado más después de haber desarrollado una política sindical que, apesar de la crisis, ha servido para mantener el empleo evitando la entrada en vigor de ningún ERE.
En su socio UGT, Alberto Alonso también calcula que ganarán entre uno o dos delegados más por los mismos motivos. «Aquí hemos estado unos cuantos trabajando hombro con hombro por sacar esto adelante mientras otros se han instalado de forma permanente en el no por el no». A pesar de esta buena sintonía entre la empresa y la mayoría del comité, éste no descarta «movilizaciones» si la situación lo exige. «La actual reforma laboral ofrece a las empresas una serie de nuevas armas que Michelin, como cualquier otra, puede usar y que hace cuatro años no tenía», avisa el secretario general de CCOO en Michelin-España, Marcial Moreta.
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