José Manuel R. P., responsable de USO-Prisiones en Aragón, era el único funcionario que trabajaba anoche en el módulo de Enfermería de Zuera, donde hay en torno a 50 internos, que permanecen ahí porque no pueden hacer vida normal en otros módulos del centro penitenciario.
Poco antes de las once de la noche, vio cómo salían llamas de debajo de la puerta de una de las celdas: “por suerte, tres compañeros de otros módulos llegaron en menos de treinta segundos y, entre los cuatro, evitamos la propagación del incendio a otras celdas, lo que habría supuesto tener que evacuar todo el módulo”, explica el funcionario.
El interno había apilado ropa a la puerta de su celda y le había prendido fuego. Tras la actuación de los funcionarios, el interno causante del incendio fue rescatado en perfecto estado de salud. “El problema con el que nos encontramos es que actuamos la mayoría de las veces por instinto y hasta con suerte. No recibimos formación adecuada ni de forma periódica en extinción de incendios. Además, no se realizan simulacros para estar preparados y coordinados a la hora de actuar ante estos hechos, que son mucho más frecuentes en los centros penitenciarios de lo que la gente pueda imaginar y en los que intervenimos a costa de nuestra integridad física”, denuncia el delegado de USO.
A la falta de formación específica, se une la demanda permanente e ignorada de la Administración General del Estado: “en las cárceles españolas faltan más de 3.400 vacantes por cubrir; en el caso de Zuera, a la falta de 40 funcionarios se une que en julio y agosto no hay médico de guardia por las noches”, concluye el responsable de USO-Prisiones en Aragón.
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